Mario E. Teruggi (1919) es ampliamente reconocido en el campo cient�fico por su destacada labor como ge�logo. Sin embargo su carrera literaria no deja de sorprender. "Finnegans Wake por dentro" es un estudio sin analog�as en nuestra lengua sobre la �ltima obra de Joyce. "Pozo negro", su sexta novela, es la indudable prueba de un talento largamente ignorado por el establishment literario. El personaje de "Pozo Negro" podr�a definirse como un sabio ya maduro, abrumado por la comprensi�n de un m�s-all� en el cual cree hallar un raro consuelo: las part�culas de su conocimiento acumulado ir�n all�, sobrevivir�n "la insolencia de la carne". En su vida resignada irrumpe entonces una mujer. El narrador revela sucesivos encuentros con Deirdre, y no escatima p�rrafos delirantes para esclarecer su deslumbramiento por la oralidad: "el amor comienza por la boca" � "lo oral no es una fase, es toda la vida". Apuntalada con an�cdotas disimuladamente provocadoras, una ret�rica vers�til y juegos idiom�ticos que honrar�an a Joyce, el curso de la narraci�n se desv�a hacia el inesperado atajo del amor. Un amor en principio sin cuerpos, donde el lazo, la seducci�n, es precisamente la provocaci�n del conocimiento. Deirdre se transforma en la raz�n -que siempre es un testigo- del protagonista. Circulan conjeturas acerca de las bocas y el m�s-all�; el sabio empieza a asentarse en certidumbres de alto vuelo imaginativo, como "el m�s-all� podr�a contener bocas, una por cada uno de nosotros...". No se le escapa al personaje ni al lector que ese m�s-all� se ha ido erotizando. Con dos meta relatos hilarantes, Teruggi renueva el aliento de la segunda mitad del libro. La complejidad er�tica de estas dos exposiciones no tiene paralelos en la literatura argentina. El besar, o las bocas, quedan en primer plano. Las inolvidables protagonistas son una esperm�mana insuperable en el arte de la felaci�n, y un fisonomista vulvar. En fin, la sabidur�a narrativa de Teruggi est� en la superposici�n de elementos que decantan el tr�nsito de un estado a otro en los personajes, y en poner al servicio de este tr�nsito una expresividad lujosa que tiene picos de genialidad sin buscar premeditadamente la originalidad que, en efecto, esconde este libro. Podr�a decirse que las intenciones de Teruggi obedecen ante todo a una fidelidad est�tica: apostar a un mundo hecho de sentimientos sutiles -el amor o la erudici�n- y dinamismo verbal, para crear una novela que acepta la curiosidad y la memoria de cualquier lector habituado a la insolencia de la buena literatura.
|
|||||
Oliverio Coelho
|
|||||