Aproximación emocional a una reseña de Tokio Blues (norwegian wood) de Haruki Murakami
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por Juan Manuel Caravello
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Hay una primera novia, un primer beso, un primer libro, un primer disco, un primer recuerdo. Están incluso las primeras veces, en cada actividad, en cada lugar, con cada persona. Las últimas veces no importan hasta que el tiempo las transforme en las primeras de alguna categoría que no conocemos todavía. Tokio Blues no habla de órdenes de llegada aunque empieza con un arribo, el protagonista Toru Watanabe escucha por los altavoces del techo del avión en que está aterrizando un tema de los Beatles: Norwegian wood. Esta canción, al modo de la magdalena proustiana le recuerda alguna época de su juventud no tan remota.
El mismo poder evocador de la música me lleva a mi a recordar que Rubber soul es el primer disco que me compré y Norwegian wood fue mi primer tema beatle preferido, el que escuchaba una y otra vez hipnotizado sin saber bien por qué, tal vez añorando cosas que no había vivido aún, o extrañando mujeres que no había conocido todavía. Pienso que sería una buena idea escuchar la canción mientras escribo la reseña buscando el disco decido escuchar primero otros temas para ir aclimatándome: primero suena Happiness is a warm gun y por no considerarlo un tema propicio para el día de mi cumpleaños, no lo dejo terminar, paso a I´m looking through you y siento renacer algo cercano al buen humor, finalmente escucho I´m only sleeping y mientras me lo canto en voz baja siento que me domina un sueño irremediable, dejo entonces de escribir la reseña y duermo una siesta.
Ahora si, después de un largo párrafo en el que casi no hablé de la novela sino de mi; suena probablemente el mejor tema para levantarse de dormir: Good day, sunshine, y retomo la escritura del texto sobre Murakami.
La novela habla de la juventud de Watanabe, su ingreso en la universidad, sus compañeros de residencia y las mujeres que conoció en los dos o tres años de estudios; sobre todo nos habla de dos chicas. Naoko y Midori son dos jóvenes muy distintas pero que comparten cierta caprichosa inasibilidad (si la palabra existe bien, y si no la invento hoy 12 de diciembre del 2005), son impredecibles, indomables, esquivas: en definitiva, alguien tiene que decirlo, adorables. Tal vez estos factores son los que compartan con la protagonista de la canción beatle que cuando es buscada ya no está y que ofrece un asiento que no existe y deja al bueno de John/Watanabe con el vaso de vino en la mano.
Tal como el resto de la obra de Murakami, Tokio Blues tiene una brillante galería de personajes secundarios y un protagonista entre parco e impasible, lo mismo pasa con Tooru Okada en Crónica del pájaro que da cuerda al mundo. También, como pasa en otros de sus libros son muy importantes la comida, los gatos, las cartas, el sexo y la música; la vida de Watanabe va de uno de estos tópicos al otro, y en ese transcurrir se le va pasando el tiempo y nos van contando la historia. A lo largo del relato busca encuentra y pierde el amor, aunque no necesariamente de manera consciente ni en ese orden.
En definitiva Tokio Blues es una novela de amor, pero más todavía una novela de búsqueda, la de Watanabe, la del autor y la nuestra también, que nos dejamos llevar placenteramente por el extraño mundo del Señor Haruki Murakami. Un mundo dominado por mujeres creíbles hasta el amor, inasibles hasta la angustia, volátiles hasta el llanto, que pueden volver loco a cualquier pobre muchacho como Watanabe o como quien subscribe, que tal vez hace tiempo cuando escuchaba obsesionado Norwegian Wood no hacia otra cosa que imaginarlas tal como las escribió Murakami.
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-SPUTNIK MI AMOR
-TOKIO BLUES - NORWEGIAN WOOD
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-AL SUR DE LA FRONTERA, AL OESTE DEL SOL
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Juan Manuel Caravello
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