Para quien haya tenido la posibilidad de leer a Wilcock la pregunta es natural, �como este escritor esencialmente repulsivo, desagradable, explorador de regiones ajenas a casi todo no ha sido enterrado para siempre en el olvido? La �nica respuesta que podemos esbozar es , gracias a que ha sido le�do y transmitido y recomendado. Y tal vez la estela de Calvino (para quien trabaj� en Italia haciendo traducciones) o Pasolini (de quien fue protegido e incluso trabajo como actor en la pel�cula "El evangelio segun San Mateo"), o sus trabajos en Sur (aunque Jose Bianco escritor esencial argentino es un olvidado y fue estrella en Sur). Tal vez esa gran generaci�n de cr�ticos que han surgido en la Argentina hayan justificado su existencia gracias a la recuperaci�n de Juan Rodolfo Wilcock. Guillermo Piro es tal vez el gran responsable del mantenimiento con vida de la obra de J.R. Wilcock, traductor, comentador , investigador fascinado por la obra del argento-italiano. Si alguien desea conocer intensamente la vida del escritor les recomiendo Diario de Poes�a 35 con un dossier insuperable sobre el autor de El caos. Yo dejo solo recuerdos aislados de un escritor �nico, al que el idioma espa�ol le result� una " carcel" y decidi� irse a Italia para escribir en italiano, la anecdota maravillosa que refleja este momento es el cruce en una esquina de Buenos Aires con el poeta Antonio Requeni al que le dice "-me voy a Italia a escribir en italiano, el castellano no d� para m�s..." Es detestado por muchos de sus contemporaneos por su agudeza verbal y su inteligencia , teme complots y sabotajes, llega a llevarse sus propia comida a un evento en la sociedad de escritores. Palabras de Pasolini en su libro "Descripciones de descripciones" -"es de hecho con el surrealismo que Wilcock ti�e su vena c�mica con la que vuelve aceptable la pat�tica maldad que lo hace identificar a TODO el mundo con el infierno". A pesar de contar con muchas an�cdotas e interpretaciones interesante del autor del "Estereoscopio de los solitarios" son sus escritos quienes llevan el misterio y all� hay algunos. Disfruten. Obras de Wilcock El libro de los monstruos Ed. Sudamericana El estereoscopio de los solitarios Ed. Sudamericana El Caos Ed. Sudamericana Dos Indios alegres Ed. Sudamericana La Sinagoga de los Iconoclastas ed Anagrama Hechos Inquietantes Ed. Sudamericana Dami�n Lapunzina
Los Conejos La primera pareja de conejos parec�a bastante inocente, mejor dicho, no se dejaban ver nunca juntos, y ocupado como estaba en trabajar el huerto enseguida me olvide de su existencia. Hab�an excavado una galer�a bajo tierra, una arcilla dura que no se derrumba facilmente. Pero un d�a v� entre mis repollos un grupo de coneitos blancos, de hocico rosado, ocupado en comerse las hojas m�s bajas. R�pidamente, no es el caso de contar la previsible historia:los conejos se multiplicaron como moscas, se comieron todsa la verdura de mi huerto y tambi�n la de los huertos cercanos y contin�an reproduciendose a una velocidad que me atrevr�a a calificar de extraordinaria. Lo que no era previsible, en cambio, es la inmensa felicidad, la paz deliciosa que despu�s de esa invasi�n de conejos se apoderaron, ya sea de mi �nimo, ya sea del �nimo de los vecinos, ya resignados al sacrificio de sus cultivos; mejor , para decir la verdad, de cualquier espacio verde, seto o matorral que todav�a se pudiese encontarr en los alrededores. Y tambi�n de los �rboles, porque estos conejos voraces roen la corteza hasta que la planta se debilita, las hojas se marchitan y caen, y son inmediatamente devoradas por los calmos roedores. Ahora por estos lados se come solamente conejos, en el almuerzo y en la cena; costumbre nueva que no consigue todav�a hacer mella en la notable capacidad reproductora de la especie. Sea como sea, no hace falrta creeerque nuestra felicidad y nuestra paz se deban solamnete, o en importante medida , a esta circunstancia banal de tener que comer conejo a la ma�ana y a la noche. No, nuestra felicidad es casi exclusivamente debida al color blanco de los conejos. En efecto, en este pa�s templado no nieva nunca, y las �nicas manchas blancasque hasta ahora reavivaban el paisaje eran los muros de las casas pintados a cal, pero que a causa de la peculiar composici�n qu�mica de la cal local se vuelven enseguisa amarillas. Esta alegr�a particular que en otros pa�ses m�s afortunados se experimenta a la ma�ana, cuando uno se levanta de la cama y asoma por la ventana el paisaje armonizado por una neveda nocturna, nosotros por primera vez en nuestra vida, la tenemos aqu�, delante de nuestros ojos d�a y noche. Una llanura ondulada de pieles blasncas se extiende hasta el horizonte y el paisaje conocido por nosostros, erizado de arboles desnudos brilla bajo el sol como una Ant�rtida de sue�o. Ninguna mancha roja, verde o marr�n turba este candor, y la paz, una paz jam�s imaginada, nos penetra por los ojos y nos vuelve m�s buenos y m�s comprensivos. Los conejos no se mueven , est�n all� quietos esperando que la hierba ro�da deje salir alg�n nuevo brote para comerselo enseguida;y las noches de luna, aqu� donde el aire es siempre dulce, �qui�n podria resistir al placer de contemplar por horas y horas, con las ventana abierta, este milagro de nieve, estriado de largas sombras azules? de El libro de los monstruos , 1978, Ed. Sudamericana. |